Dolor y gloria. Un luminoso autorretrato desde la nostalgia


Toda ficción tiene algo de autobiográfico y en el caso del prolífico cineasta español Pedro Almodóvar es, además, sello característico de su trabajo. En Dolor y Gloria decide aventurarse y profundizar en sí mismo para crear un ambicioso autorretrato que exhibe de manera muy luminosa sus propias entrañas. 



La película trata el ir y venir en la memoria de Salvador Mallo, un escritor y director de cine retirado a causa de las múltiples circunstancias que le aquejan pero que a su vez le sumergen en una oleada de recuerdos que le harán revivir su infancia, el intenso amor a su madre, a su trabajo, al amante de su juventud y también a una inocente pero poderosa memoria: su primer deseo.
Con el particular sentido estético que caracteriza al director, su emotiva historia cargada de sensaciones está construida desde una cuidada paleta de colores vibrantes y armonía de composición. Siempre atento a lo visual, nos transporta a los espacios que componen sus recuerdos: el lugar donde durmió una noche, el hogar donde habitó en su infancia o la casa donde vive su presente.
El reparto, como es de esperarse en el ojo escrupuloso de Almodóvar, incluye a actores como Leonardo Sbaraglia, Asier Etxeandia y Cecilia Roth, así como a la cantante catalana Rosalía que acompaña en una escena impregnada de añoranza a la ya constante musa del director, Penélope Cruz, y en donde juntas interpretan el bolero flamenco “A tu vera”.
En el papel protagónico de Salvador Mallo, y por el que ha ganado la Palma de oro, está Antonio Banderas. Su actuación se percibe como un nuevo reto que tiene, a mi parecer, profundidad en tres niveles: el que busca asemejarse a la realidad sin imitarla, el que juega entre la realidad y la ilusión a modo surrealista y, finalmente, el que se deja llevar casi a modo de ensueño. En este sentido, debió ser un arduo ejercicio en conjunto con el director, no solo por el trabajo del guión, el personaje y la película sino, además, por el toque personalísimo que Almodóvar le ha impreso a esta obra.
Antonio Banderas logra encaminarnos en los temas que comparte su personaje, creado por el director a partir de su propia experiencia. Con su actuación nos deja entrever a un Pedro Almodóvar que parte del dolor como punto de referencia (explicado a través de un segmento de animación dentro de la película) para dejarse envolver finalmente por la nostalgia y, en ella, reencontrarse.
Una particularidad de Dolor y gloria es la serie de capas narrativas que construye para hacerse cada vez más profunda y también más autorreferencial. Desde su productora “El Deseo”, Almodóvar nos obsequia una interesante mezcla entre la ficción y la realidad, una película con un final que lo reconcilia con su pasado y lo reivindica como el gran director y narrador de historias que es.
Texto: Nubia Cejudo

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mike Flanagan, las películas para entender su estilo en Doctor Sueño

The killing of a sacred deer, el mito griego de Ifigenia

Verónica, todos somos manipulados por nuestras propias mentes