Wonderstruck, y el poder de la narrativa

Dos épocas; los 20´s y 70´s, dos niños: Rose y Ben separados por 50 años pero que compartirán una conexión en común en este viaje lleno de amistad y descubrimiento en la nueva cinta del director Todd Haynes: Wonderstruck El Museo de las Maravillas.



1927, Rose (Millicents Simmonds) una niña sorda de 12 años ama ir al cine silente a escondidas a ver las películas de su actriz favorita Lillian Mayhew (Julianne Moore), reprimida por su padre a causa de su discapacidad y las severas sanciones que le impone, ella decide infringirlas para ir a la gran ciudad de Nueva York a ver la puesta en escena de la nueva obra de Mayhew emprendiendo un viaje en donde vivirá una gran aventura en donde tenemos una divertida visita al Museo de Historia Natural y el descubrimiento de un secreto familiar oculto.

Al mismo tiempo nos trasladamos a 1977 con Ben (Oakes Fegley), un niño que recientemente perdió a su madre (Michelle Williams), nunca conoció a su padre y una noche al buscar recuerdos de él, Ben queda sordo al encontrar una pista en un catálogo de una exposición con una carta dedicada a su madre y la ubicación de una librería que podría ser la respuesta a esta incógnita. Él decide iniciar un viaje hacia allá que incluirá dormir en una estación de autobuses de Nueva York y conocer a su nuevo mejor amigo Jamie, con quien compartirá un tour a través del Museo de Historia Natural (si igual que Rose), que con su intención de volverse su amigo le brindara su ayuda para encontrar la librería donde Ben conocerá a una mujer misteriosa que tiene información acerca de la identidad de su padre.



Después de Carol (2015) Haynes nos entrega la adaptación de la novela infantil homónima de Brian Selznick (también autor de La Invención de Hugo Cabret y guionista de ella) en una cinta técnica y visualmente impresionante comenzando con la historia de Rose donde retrata a la sociedad de la época señalada filmada brillantemente en blanco y negro, aunado al genial score de Carter Burwell nos presenta la historia de esta niña decidida a todo por ir a presenciar la obra de su actriz favorita. Teniendo una discapacidad auditiva, Rose no deja que le impida seguir con su viaje donde nos enseña ese lado inocente y sentimiento de descubrir la gran ciudad y a las personas que habitan en ella que es mostrada de una manera excepcional con especial detalle a los escenarios de esta década de los 20 teniendo aquí uno de sus principales fortalezas en la cinta.

Y por el otro lado tenemos este deseo y necesidad de Ben por descubrir quién era su padre al mismo tiempo que debe lidiar con su nueva discapacidad abordada con empatía por parte de Jamie (que casualmente sabe el lenguaje de señas) teniendo este recorrido al Museo en forma de juego corriendo por todo el complejo. Con esta época nos encontramos ahora con una Nueva York de los 70 decadente, con una vibra alegre que es contrastada en los vestuarios, la paleta de colores, la suciedad de las calles y la colocación de pistas musicales correctamente acopladas a la situación en donde las personas de color, el inicio de una sociedad más liberal post movimiento hippie toman el control.

Quizá el desenlace de esta historia pueda verse venir desde lejos, los personajes secundarios no puedan aportar más que un simple apoyo para los protagonistas teniendo mi principal desacuerdo con estas transiciones entre épocas de Rose y Ben (especialmente por el final de la historia de ella) sintiéndolas un poco abruptas para un final ocurrido al mismo tiempo que el gran apagón de Nueva York del 77 y el secreto descubierto de la identidad del papa de Ben.



Tenemos a Julianne Moore (que trabaja por cuarta vez con el realizador) en un papel diferente y disfrutable al igual que nuestros dos protagonistas resaltando en especial manera a Simmonds que nos presentan a una interesante promesa que hacen de sus personajes una colección de desventuras de la infancia con una historia esperanzadora donde nos resaltan las casualidades y la conexión entre un par vidas separadas por el tiempo pero unidas a través de una resolución melosamente poco verídica.

Y es así como Wonderstruck se queda a la mitad de mostrarnos un viaje que bien podría haber sido una grata coming of age nos deja con el sabor de una cinta visual y técnicamente apantallante sin una verosímil unión de dos niños que comparten más de lo que pudieran imaginar.




Por Carlos Huerta.


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