La buena esposa: al lado de un gran hombre hay una gran mujer

Vivimos una época donde las mujeres han tomado una relevancia importante, no sólo por el importante desempeño que realizan cada día en su papel más conocido como las amas de casa, también como empresarias y emprendedoras, creativas, líderes de opinión, etcétera. ¡Vivimos tiempos históricos!


La buena esposa


"Para liberarse la mujer debe sentirse libre, no para rivalizar con los hombres, sino para ser libres en sus capacidades y personalidad" -Indira Gandhi-
Es contradictorio que actualmente las raíces del feminismo moderno, de la que los filósofos llaman: "Tercera ola", hayan olvidado sus orígenes dentro del periodo de la ilustración a mediados del siglo XVIII con el primer texto feminista, que, no contradictoriamente fue de un hombre: Poullain de la Barre, sacerdote y filósofo francés. El cual reivindicaba a la mujer como un igual del hombre en cuanto a sus derechos de nacimiento por talentos y aptitudes.

En nuestros días y, después de una segunda ola feminista que involucró un contexto mucho más político que de derecho de nacimiento como en sus inicios, en los años setenta surge una tercera ola que es concebida como una laguna de la segunda (feminismo sufragista) que reclamaba derechos sobre obtener sueldos iguales a los de los hombres, mayor participación libre y financiera dentro de la familia, pero también sobre su propio cuerpo, en todos los aspectos (biológico y sexual).

Bajo este contexto de un feminismo desvirtuado tenemos La buena esposa que lejos de tratar de hacer validos los argumentos deformados de una ideología de género de inicios del siglo XXI, retoma la esencia del origen que Poullain De la Barre en el periodo de la ilustración (siglo XVIII) escribió, para hacerlos mucho más evidentes y prácticos, pero también derrumbar aquellas concepciones que dentro de la misma inclusión, paradójicamente, hacen a un lado un discurso que difiera de su propio postulado, llevando a esta ideología moderna a caer en contradicciones que terminan por derrumbarla al ejecutar lo que esta misma critica y condena: el rechazo y la segregación.

Joan Castleman (Glen Close) es una devota esposa de un escritor, Joe Castleman (Jonathan Pryce), quien aparte de actuar como ama de casa y madre, también ha servido de ayuda como editora de los textos de su brillante marido, quien acaba de ser elegido como Premio Nobel de literatura por su más reciente trabajo. A partir de aquí Joan comienza a sentir una ligera incomodidad por la relevancia que ha tomado el marido, no a causa de una posible anulación por su género, sino por otras razones mucho más intrincadas y complicadas que el sólo hecho de ser mujer.

Retomo las raíces del feminismo basados en el trabajo del sacerdote francés de mediados del siglo XVIII no por una pedantería exacerbada, sino por lo básico que resulta entender una ideología sin las complicaciones de las cuales se va contaminando con el tiempo hasta llegar a una deformación tal, que su mismo autor hoy en día no validaría como derechos de la mujer, al contrario, como violación de derechos a terceros, por ser un hombre educado ortodoxamente dentro de una religión que condena el aborto. Por lo tanto el feminismo actual no es feminismo, es una petición de permiso al libertinaje de género.

La virtud de La buena esposa es la calidad ideológica que plantea, respetando el mismo origen de algo que comenzó por algo justo: el reconocimiento de género. Todo esto a través de un personaje que está dispuesta aguantar todo, con tal de permanecer con el hombre que ama y que también admira. Esto se podría considerar como violencia permisiva de género en la actualidad bajo el contexto que ya describí, sin embargo el permiso que ella otorga por amor, a ciertas acciones "machistas" de su esposo, la colocan muy por encima de cualquier discurso panfletario y que evita gloriosamente un reduccionismo barato a un simple concepto creado para distorsionar y confundir una ideología con bases totalmente justas.

Hoy en día tenemos miles de películas exaltando el actual concepto del feminismo, sirviendo de eco a una idea que se ha quedado sin fundamento, que se ha vuelto un poco necio e ignorante al desconocer sus inicios y raíces, que al ser insertado en una historia cinematográfica se nota forzado, por lo tanto resulta, muchas veces risible y absurdo. La buena esposa no es así, y no dialoga para nada con esta idea, por lo menos desde su concepción cinematográfica, la historia se centra no en la falta de reconocimiento, sino en la carencia de honestidad que ambos personajes han llevado a cabo permisivamente desde hace muchos años.

Mucho de esto tiene que ver con la gran actuación de sus dos protagonistas, pero es Glen Close la que se encarga de llevar sobre sus hombros un personaje contenido, cansado y, al mismo tiempo que ha abrazado lo que ella mismo decidió como destino. El trabajo de la actriz no es menos que extraordinario y no es la primera vez que lo hace o que interpreta a una mujer tan compleja, en Albert Nobbs de Rodrigo García (2011) logró encarnar a una mujer sola, que por supervivencia, independientemente de sus preferencias sexuales, debía hacerse pasar por un mayordomo en tiempo en que las mujeres se les prohibía realizar cierto tipo de actividades. ¡También una gran actuación por la que recibió también una nominación!

Aunque la actriz se le ha negado el Oscar varias veces, su talento ha sido reconocido a lo largo de su carrera y Joan Castleman es sin duda uno de sus mejores trabajos.

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