"El ombligo de Guie'Dani": el clasismo en perspectiva

El ombligo de Guie dani, pone el dedo en la llaga y no solo eso, también escarba en lo más profundo para captar el más disimulado racismo arraigado en los mexicanos, vestido siempre de diplomacia y educación, esto si bien les va a las personas que por un color de piel, zona geográfica o condición social son estigmatizadas con una diferencia que ahí está, lo que no debería de existir es la etiqueta que se les coloca por ser de una condición, raza, color y lengua distinta.


El ombligo de Guie'dani (Xavi Sala, 2018), cuenta la historia de una adolescente indígena que deja su ciudad natal por el de la ciudad de México cuando su madre encuentra un empleo como ayudante doméstica con una familia de clase media alta. La joven no está conforme con tener que dejar a su abuela enferma por ganar solo unos cuantos pesos más, aún así y forzadamente decide acompañar a  su madre. Al llegar a la casa de los patrones de su madre no se impresiona por el lujo clasemediero, al contrario, le parece burdo y simple. Sus actitudes y reacciones no se dejan esperar en cuanto se da cuenta que la familia que las alberga se burlan de ellas a sus espaldas por su apariencia y dialecto.

Aunque se traten de evitar las comparaciones con Roma de Alfonso Cuarón (2018) en cuanto a temática se refiere, estas son casi inevitables. La película del mexicano, aunque encumbra a la ayuda doméstica y le proporciona un lugar, que ni siquiera debería de pedir sino que debiera ser natural, sigue alimentando el estigma de la que El ombligo de Guie'dani logra salvarla proporcionando un punto de vista mucho más agudo, menos ideal y por lo tanto, mucho más real y aterrizado, pero también resulta más incómodo para aquellos que ven estas diferencias como menos merecedoras de respeto o chistosas, peor aún si son un poco "feas", toscas o más morenas de lo habitual y que salga del estandar que autorizan revistas de moda, esas mismas que estilizaron y encerraron en un cliché mexicano a Yalitza Aparicio.

El ombligo de Guie'dani, es como se diría de forma muy educada: "una patada en l@s... espinillas" de aquellos que piensan que respetar estas diferencias es cuestión de una educación hipócrita, cuando debería ser  resultado de una racionalización consciente de identidad por ser del mismo género humano y no cuestiones de clases sociales o raciales. Un ejemplo muy claro lo hizo Tate Taylor con su adaptación a The help, basada en la novela de Kathryn Stocket que originalmente lleva el nombre de "Criadas y señoras". Esta adaptación retrata como las mujeres afroamericanas son tratadas como poco menos que objetos por las amas de casa blancas de clase media alta en la ciudad de Jackson, Missisipi durante la década de los sesenta. Es importarte mencionar y remarcar el tiempo en que la anécdota se encuentra enmarcada debido a que la realidad social en este tema en México es la misma, tomando en cuenta que estas historias sucedían hace más de 60 años en Estados Unidos.

Xavi Sala le da a la ayuda doméstica un lugar que pareciera debe tomar a la fuerza y, claro que no es el de la dueña de la casa, solamente el de una persona que merece tener el mismo respeto que tiene nuestro vecino, nuestro mejor amigo o amiga o nuestra propia familia. Esta posición en la que Guie'dani se ve encerrada al notar el disfrazado racismo de los patrones de su mamá y la burla susurrada de los hijos adolescente de esta familia, la ponen en un personaje más que antipático visto desde la perspectiva que la misma película crítica. La adolescente es hosca, sin filtros en su rostro al expresar su incomodidad por la falsa bondad de quienes la emplean, que a través de sus ojos, es el rechazo más evidente que ha vivido a su corta edad.

Todo este maltrato y racismo disfrazado de una falsa aceptación y bondad es normalizado por su madre, quien encuentra en ellos, sí una condescendencia debido a su condición, pero también un rechazo que trata de normalizar por medio de aceptar que su condición social es diferente y que en el color de piel y la lengua hay una diferencia que la coloca como "india", "chistosa", "rara" o bien, "pobre", por lo tanto inferior a quienes la contratan para ayudarles en las labores domésticas.

Hay una expresión dentro de la película donde la hija mayor de esta familia se queja al ver que a Guie'dani y su madre se les proporcionó uno de los cuartos de la casa, que es el de servicio y permiso para comer del refrigerador lo que ellas quieran: "¡mucho lujo para una criada ¿no?! a lo que su hermano menor, un poco más consciente de lo grave de esta expresión le contesta: "¡Mejor ya llámala esclava!". Ambas expresiones nos remontan en México a épocas mucho más feudales, donde el dueño de la tierra también tenía el titulo de propiedad de los empleados y de sus familias, cualquiera que fuera su función.

El tema de la ayuda doméstica y su revindicación en el cine aunque es aplaudido y aceptado por muchos no deja de ser un estigma social para quienes forman parte de un sector importante y mayoritario en la sociedad mexicana. Incluso con el éxito de películas como La camarista (Lila Avilés, 2018) y la ya mencionada Roma (Alfonso Cuarón, 2018) nos queda mucho camino por recorrer para lograr avances importantes, lo relevante es que el cine nacional ya ha comenzado a dar pasos en el tema y el cine es una gran escuela social de la cual aprendemos todos.










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