Perfectos Desconocidos, ¿Qué tanto conocemos al otro?
Una comedia completísima
sobre qué tanto creemos conocer a los demás y cómo llegamos a construir nuestras
relaciones personales. Es lo que ofrece el más reciente trabajo de Álex de la
Iglesia, en esta ocasión pone en la mesa un exquisito menú de actuaciones y
diálogos que nos llevan de la hilaridad al llanto para dejarnos al final con un
delicioso sabor de boca.
La historia ocurre en una noche de luna roja donde cuatro
parejas, amigos de toda la vida, se reúnen para cenar y, con la intención de
evitarse el aburrimiento, deciden participar en un juego que implica colocar el
celular en el centro de la mesa y sin excepción alguna, leer en voz alta los mensajes
y atender públicamente las llamadas el tiempo que dure la cena. Por supuesto, en
esta variación del Juego de la verdad (o Verdad o reto) lo que terminará sobre
la mesa no serán los celulares sino lo que en realidad estos representan: lo
privado de sus vidas y la exhibición de sus secretos.
Bajo esta premisa y conforme avanza la cena entre
los asistentes, se desarrollarán una cantidad de situaciones que se volverán
cada vez más caóticas y que, gracias a un guión tanto ágil como entretenido, exhibirán
una serie de temas muy actuales y de fácil identificación. El primero de ellos,
evidentemente, es el cómo los teléfonos han llegado a tomar un lugar importante
en nuestras vidas. Atendemos los celulares incluso cuando estamos de frente con
otras personas, aún si las apreciamos, queremos o si tenemos tiempo de no verlas,
se ha normalizado atender el teléfono y priorizar las relaciones que tenemos
con otras personas que no están ahí en físico pero con las que también nos
comunicamos a través de los aparatos.
Precisamente aquí, surge el segundo tema que va
sobre lo “privado” que guardan nuestros celulares: agendas, contactos y una
cantidad de contenidos que actualmente permite la generación de teléfonos
inteligentes; texto, fotos, noticias, memes, rumores y ciertamente, todo lo que
llegué a ser de tendencia en internet. Al final de cada día nuestros celulares
albergan un historial de cosas que guardamos voluntariamente y que por si solas
revelan lo que cada uno somos.
El resultado final es que de una u otra forma estamos
siempre conviviendo socialmente. Aquí deriva una tercer temática y es
prácticamente la que conforma la historia: cómo construye cada quien esta
convivencia, sobre todo con aquellos que forman el círculo más cercano: amigos,
pareja e hijos. Perfectos Desconocidos pone el dedo en la llaga dentro de este
círculo. Con cosas tan humanas tales como el engaño, la infidelidad, el
hartazgo, la desconfianza, el miedo, la insatisfacción o el resentimiento plantea
preguntas como ¿Qué tan sincera es la relación con nuestros amigos o con
nuestra pareja? ¿Cuánta confianza suponemos con ellos? Y, de haber de por medio
una cantidad considerable de mentiras ¿Qué tan bueno sería enterarse de ellas?
Y si la película funciona tan bien y aborda
cuidadosamente esta temática se debe gracias a una triada de elementos
destacables. El primero es un extraordinario guión: inteligente, sensible,
crítico con enfoque positivo, notablemente muy bien trabajado por Jorge
Guerricaechevarría, quien hace una agradable adaptación del exitoso título
italiano Perfetti sconosciuti (2016) de Paolo Genovese.
El segundo elemento es que cuenta con excelentes
actuaciones. Con un elenco compuesto por Belén Rueda, Eduard Fernández, Eduardo
Noriega, Ernesto Alterio, Juana Acosta, Pepón Nieto,
Dafne Fernández y Beatriz Olivares lo cierto
es que resulta muy difícil destacar a alguien en particular por su trabajo, ya
que cada uno ejecuta convincentes interpretaciones. Si acaso, y debido a un
extraño carisma que parecen desprender en la pantalla, resaltarían los
personajes de Alfonso (Eduard Fernández) y Antonio (Ernesto
Alterio), gracias a su agradable combo de gestos y tonos de voz que
propician la emotividad o el disgusto en una amplia variedad de situaciones.
El tercer aspecto y por el cual todo lo anterior es
posible es una dirección muy bien aterrizada por parte de Álex de la Iglesia
que además conecta, como suele hacer, respetuosamente con la actual realidad
española. Sin llegar a ser pesado ni impositivo, de paso crítica problemáticas
sociales tales como el paro (desempleo) o la libertad sexual de las personas.
Problemáticas con las que también en
Latinoamérica nos llegamos a sentir identificados y que hacen de Perfectos
Desconocidos un producto cinematográfico muy balanceado, una película muy
entretenida pero también con mucho para llevar a casa, ideas puestas en la mesa
que lleguen a ser útiles para mejorar nuestras relaciones interpersonales y al
hacerlo, porque no, mejorar también nuestras realidades colectivas.
Por: Nubia Cejudo
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