12 hombres en pugna y la duda razonable

La duda es lo que nos hace recapacitar, pensar y valorar si lo que estamos a punto de decidir es lo que realmente queremos, debe ser así más cuando la vida de una persona depende de tu sí o no.


Doce hombres de distintos trasfondos sociales son parte de un jurado en el cual deberán deliberar si un chico de 18 años de edad debe ser condenado a la pena de muerte por asesinar a su padre. 

La película de Sidney Lumet comienza con el intermedio que se toma en un juicio para dejar que las personas que fueron elegidas para tomar la decisión de si alguien es culpable o inocente hagan lo suyo. Obviamente una persona adiestrada en las bases del derecho cívil y penal puede basar su decisión en el sistema de enseñanzas adquirido, pero cuando esa decisión está fundamentada en 12 personas de diferentes creencias, profesiones y personalidades los resultados pueden ser diferentes de una persona a otra.

Ya dentro del cuarto para tomar la decisión las tres únicas ventanas son abiertas pero no lograrán mitigar el hostigante calor que ocupa el lugar y mucho menos los ánimos que se levantarán antes de tomar la decisión final acerca del destino de un chico que se presume inocente de haber matado a su padre. Todas las pruebas indican que el culpable debe de tener la pena de muerte, la navaja tiene sus huellas, una vecina vio la sombra del joven cometiendo el asesinato y salir corriendo, todo está en su contra.



El jurado numero ocho (Henry Fonda) de los once es el único que tiene a lo que él llama "una duda razonable". Contrario a los demás, cree que la vida de alguien más no debe tomarse tan a la ligera y que por lo menos debe discutirse un tiempo razonable para valorar los hechos presentados. Esta acción pone la balanza en conflicto y hace que ese día sea el día más caliente del año que ni cincuenta ventas abiertas podrán lograr apagar.

Cada uno de los integrantes de este jurado proyectará sus frustraciones en la decisión que tomará a lo largo de esta reuníon. Algunos ven en el chico a un malagradecido que terminó con la vida de su padre, otros que es producto del medio ambiente en el que creció y solamente uno cree que todo es resultado de la mala suerte con ayuda de las inconvenientes coincidencias que el destino puso en su contra. Gracias al jurado número ocho caada uno de los integrantes va cambiando de opinión gracias al estudio detenido de las pruebas, pasando por discusiones y ardientes discordias que sacan lo peor de ellos.

Sidney Lumet hace un trabajo de dirección extraordinario dotando de personalidades distintas a cada uno de los integrantes de este jurado. Todo es desarrollado en un sólo set y todo el tiempo se siente la claustrofobia del lugar y de la importancia de la decisión que deben tomar gracias a los planos expresivos que constantemente nos demuestran el enojo, frustración e indecisión de sus personajes. 


La película tiene una personalidad muy teatral, carácterística que la hace fácil de interpretar en un texto de manera muy orgánica ya que todo parece suceder en unas cuantas horas. Henry Fonda es magnífico al igual que los otros 11 actores que te hacen pasar del enojo a la risa y la frustración. 

"12 hombres en pugna" es de esas películas que te enganchan tan rápido por la combinación de sus factores que es difícil no sentirse atraído por cualquiera de sus perspectivas humanas, es tal cual un ejercicio humano acerca de la toma de una decisión pero con una vida en juego y en este plano todas las dudas son razonables, de ser culpable quedará constatado que el individuo pero de ser inocente y condenarlo probablemente te pese toda la vida, carga que ninguno de estos hombres quiere afrontar una vez que la probabilidad de que todo sea una confusión invade sus mentes.

Un trabajo de dirección de actores excelso, actuaciones magistrales y un caso de asesinato realmente peculiar que de tú mismo estar ahí sacaría lo peor de tus entrañas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mike Flanagan, las películas para entender su estilo en Doctor Sueño

The killing of a sacred deer, el mito griego de Ifigenia

Verónica, todos somos manipulados por nuestras propias mentes