La región salvaje o el latente motor de la pulsión humana


La historia gira en torno a Alejandra, una joven que vive con su esposo Ángel y sus dos pequeños hijos en la cotidianidad de alguna pequeña ciudad mexicana. Además de cubrir las labores del hogar, que incluye preparar los alimentos y atender a los niños, Alejandra también trabaja en una fábrica local de la que su suegra es la dueña. La falta de apoyo que recibe de su marido y la participación dominante que tiene su suegra en su círculo familiar, la hacen sentir atrapada en una realidad que no parece complacerle en absoluto. 

Pero esta realidad está a punto de cambiar cuando conoce a Verónica, amiga que recientemente ha hecho su hermano Fabián y por quién ambos conocerán a aquello que vive aislado en una cabaña, arriba, siguiendo el río, pasando los árboles.
La región salvaje elige un tema actual, delicado y tabú todavía hoy en día. El hilo de la historia resulta ser una crítica a la base del comportamiento social y sexual de una sociedad, en este caso, la mexicana, pero que desafortunadamente no se limita a este territorio. Con un guión bien trabajado que expone situaciones como el machismo y la participación del padre y la madre en su configuración, la insatisfacción y frustración femenina, la homosexualidad reprimida y los juegos sexuales, el miedo al reconocimiento libre de la sexualidad, la degeneración de los miedos en culpa, castigo y finalmente violencia, hacen de esta película una obra digna de verse y además analizarse desde distintas perspectivas.



La abstracción de aquello que vive en la cabaña y que hace que, uno a uno de los principales protagonistas se vean atraídos a acercarse, resulta no solo una interesante sino hasta divertida metáfora de algo que hasta ahora, ya bien entrado el siglo veintiuno, aún se resiste conocer completamente la luz y exhibirse en su totalidad y con la fuerza que precisamente le da tanto poder: la pulsión sexual.
Así como los animales se guían por su instinto, los seres humanos se sienten fuertemente motivados por lo que en 1910 Sigmund Freud denominó como pulsión sexual. Este concepto define las peculiaridades partiendo de lo animal, sí, pero de manera más compleja por las cualidades humanas. Existe entonces todo un abanico de posibilidades entre las personas que desarrollan y también llevan a cabo su comportamiento sexual. Podemos ver que el objeto de deseo puede ser muy variado, como en el caso de la homosexualidad o de las parafilias. También que  la meta no siempre es la reproducción y se enfoca en muchas ocasiones más en la búsqueda de placer, y que ésta puede satisfacerse a través de las zonas erógenas del cuerpo pero también, como ahora se sabe, con la producción y consumo de productos culturales. Leer un libro, asistir a un concierto o pintar un cuadro es otra forma de placer en la que también se encuentra salida para la pulsión.

¿Qué sucede cuando la pulsión no encuentra satisfacción en ninguna de sus formas? "La región salvaje" es un producto único y muy interesante que nos aporta algunas ideas. Podemos apreciarla como un reflejo de nuestra sociedad y también de nosotros mismos. La pregunta se respondería con otra pregunta ¿Cómo es la región salvaje que habita en nosotros y cómo es aquella en la que también habitamos?
Texto: Nubia Cejudo Aparicio

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