Loco fin de semana, una guía de como no hacer cine


Loco Fin de Semana es una cinta (o un intento de) escrita, dirigida y ampliamente promocionada por Kristoff Raczynski. Se trata de la ópera prima del ruso/polaco/mexicano.
La película narra la historia de Fede (Christian Vázquez) un arquitecto godín que recientemente terminó con su novia, Mariana. Fede es tímido, torpe y algo precavido, sin embargo mantiene confianza en sí mismo. Para no caer en la típica depresión post-truene y superar el hecho de que prácticamente ninguna mujer lo toma en serio, decide emprender una “travesía” (de seis cuadras) con sus mejores amigos, Memo y Carlos (Oswaldo Zárate y Juan Pablo Castañeda). Para su suerte, un malentendido lo pone en una situación comprometedora y los tres tendrán que lidiar con lo que se aproxime.
Una premisa realmente simple y -muy- calcada, que lastimosamente también vimos hace poco en Como Novio de Pueblo. Quizás la única diferencia entre ambas cintas es que en Como Novio de Pueblo, los zopencos según eran primos y la productora gastó en llevar el aburrimiento hasta Puerto Vallarta y en la cinta de Raczynski, decidieron solo hacerlo en Coyoacán. 

Christian Vázquez da una impresionante muestra de su bajo desempeño actoral y curiosamente también de su fortuna ante la cámara. A pesar de lo vacío, torpe y básico que es su dialogo, su rol pinta gracioso porqué el sujeto da la sensación de estar cómodo.  Y creo que aquí es cuando el casting funciona. Para no evidenciar lo pobre que es el argumento de Vázquez, buscaron pseudo actores de medio pelo que pudieran impulsar un poco a Fede, de tal manera que el corte final no diera la sensación de que la película fue filmada en a penas quince días (que es lo que supuestamente tardó).

La mayoría de los diálogos son sumamente innecesarios y genéricos, cayendo de manera constante en la exageración con tal de que el trío participe en ellos. Esto es demasiado evidente, pues en más de una ocasión se nota que no hay quien realmente dirija la escena. 

Oswaldo Zárate (Memo), no tengo idea de en qué cosa importante ha aparecido pero obtiene el papel del tontote (siempre hay un tontote en el grupo) que de manera espontanea dice algo realmente importante, sin embargo su papel es el más divertido de los tres. La pena es que nuevamente, el guion castiga a los “actores” y no saben cuándo cerrar un discurso. Las risas se convierten en silencios incómodos, tan incomodo como ver a una especie de junior-mirrey “independiente” (Carlos, interpretado por J.P. Castañeda) contar una y otra vez la historia de por qué no puede tener una erección. Un momento medianamente divertido en esta cinta, es cuando aparece el también poco talentoso Ricardo Margaleff (Me caigo de pena risa) personificando a un médico -tal vez urólogo- que pone en aprietos a Carlos. Pero otra vez, el no saber cuándo cortar, es su punto débil. Aunque el letargometraje largometraje dura apenas 94 minutos, da la sensación de que podría haber durado 90 menos.

La fotografía es otro tema curioso de este film. La relación aspecto en lugar de ser proporcional, tiene un zoom extraño que confirma los 16:9 pero en pantalla, da la impresión de ser streaming. Creo que el director nos da una pista desde el minuto uno de la cinta para que entendamos que realmente, no quería vendernos esto. Los encuadres no tienen sentido, los fondos en su mayoría sobran y en escenas de sobremesa, saturan el primer plano. El soundtrack es malísimo, ¿Quién demonios escucha aún a Guns N’ Roses Charlie Montana? Y peor aún, ¿Quién lo hace en una fiesta? Ni idea, de todas maneras, el premio a la insolencia se lo lleva Coda. Escuchar “QUE AÚUUN TE AMOOOO, QUE AÚUUN TE EXTRAÑOOOO” cuatro veces (y completas) es por demás castrante.

Del resto, un setlist simple, que medio va con la temática ‘fiestera’ del largometraje, ah, porqué para esto, Loco Fin de Semana trata sobre una fiesta. Sí, aunque usted no lo crea (a menos de que haya visto el teaser), la película trata sobre una fiesta, de la que no se habla absolutamente nada, durante sesenta minutos de cinta. En algún momento, Raczynski se cansó de dirigir a los tres mosqueteros en su viaje a ningún lado y pensó: Qué hago, qué hago, qué hago… para no matar a estos monos… piensa… piensa, ¡Oh! Una fiesta, qué original (!).

Entonces, de manera ilógica, aparece Juan Pablo Gil. Cuando Gil luce bien en una escena, algo está muy mal. El sujeto no debe tener más de diez líneas en toda su participación y aún así, le echa más rostro que otros personajes “recurrentes”. Aquí es cuando otro nombre del cartel toma ‘fuerza’, Giovanna Romo. Giovanna Romo tiene el papel de Pao/Pau, una chica que de la nada aparece en la vida de Fede para que él pueda tener un final feliz. Siempre. Jamás entiendes por qué o cuándo es qué aparece. Entonces es muy gracioso que sus nombres aparezcan en el cartel, ya que por ejemplo, el ‘mirrey fiestero’ (Reynaldo Rossano) aparece más tiempo en pantalla que estos dos. Pero no deja de ser malo. De hecho, su personaje es tan molesto, que deseas sea brutalmente asesinado. Y la idea no habría sido mala, después de todo, la cinta no conoce su género. Una comedia donde a penas te ríes, un road movie (a patín) de cuatro cuadras, un documental, una serie de sketch, ¿Por qué no le añades terror de una vez y matas al maldito?

Cuando el director, finalmente se cansó de bromas y chistes vacíos (además de una ración muy gorda de hombres desnudos), retoma la idea de la fiesta y cómo la fiesta tampoco es interesante, la parcha de muchísimas mujeres semidesnudas. En pantalla no hay más que mujeres en bikini (con el interesantísimo clima de la Ciudad de México) siendo enfocadas a cuerpo completo por largos momentos. Finalmente, el teaser. Dos, tres veces, lo agradeces pero pronto te das cuenta de que simplemente sigue llenando minutos en pantalla, es exactamente igual que con los extensos relatos/chistes, no tienen sentido o dirección aparente. La fotografía es mala, el guion es malo, los actores (salvo Giovanna Romo, Juan Pablo Gil y más o menos Juan Pablo Castañeda) son malitos, el soundtrack, olvidable y la edición, sabrá dios si la realizaron (hay una escena que ni siquiera tiene audio). Por cierto, la película está tan mal escrita, que jamás comprendes si realmente se realiza en un fin de semana. Ni es loco, ni es fin de semana.

Una cinta que quedará para la historia (si es que supera la tercera semana en cartelera) como el ejemplo perfecto de cómo no hacer una película. Auténtico material de estudio.
La trama jamás termina por desarrollar una idea en concreto, es sencillamente una muestra de que cualquiera puede hacer una película, lo cual suena muy similar al insulto que realizó el ‘YouTuber’ “Wismichu”, con su cinta Bocadillo. Dicho sujeto, terminó realizando un vídeo donde según explicaba, la “película” era una clase de experimento para demostrar que cualquiera puede realizar un film y presentarlo en un festival (Sitges, 2018). Pues aquí, parece que es algo parecido. Raczynski recientemente ha declarado que su película no es más que una muestra de que nos están viendo la cara, afirmando que su bodrio es ‘igual o similar’ a los otros bodrios producidos con recursos públicos (EFICINE). Esto podría ser una “explicación” al resultado final de semejante film, o un grito desesperado por controlar a la crítica. Por otro lado, asegura que la hizo “con mucho corazón” y “mucho esfuerzo”. Mucho esfuerzo en no hacerla, imagino.

No vale ni la entrada. La película debería estar colgada en el canal de YouTube del señor.
Y seguramente, lo estará.


Texto por: Alex Coca

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