Blanca como la nieve y el erotismo de los cuentos
De pronto la pantalla es negra, pero cuando Isabelle Huppert aparece en ella, cualquier mal encuadre o pésimo diálogo toma una relevancia que no tenía. Y es que su experiencia con más de 100 películas como actriz le dan un peso en esa tela blanca donde se proyecta su imagen y sí, nada es igual en esa película cuando ella está.
23º Tour de Cine Francés / Blanca como la nieve |
Anne Fontaine, es una directora y actriz franco-luxemburguesa que ha dirigido distintos dramas muy efectivos y entre los más conocidos fue Adore, con Naomi Watts y Robin Wright. Y hago referencia a este drama con tintes eróticos porque con esta nueva película integrante del 23º Tour de Cine Francés lo vuelve a hacer pero reinventando un clásico de los cuentos infantiles de los hermanos Grimm.
Blanca como la nieve plasma la vida de Claire (Lou de Laâge), una chica un tanto inocente e ignorante del poder que su belleza puede causar en los hombres. Claire trabaja en el hotel que su padre dejó al morir y que ahora es administrado por Maud, su madrastra (Isabelle Huppert), que descubre que su amante se siente atraído por la belleza de su hijastra y la manda desaparecer. El intento por matarla resulta fallido y lleva a Claire a un pueblo donde siete hombres se ven impactados por su belleza y ella comienza a emanciparse sexualmente, descubriendo un mundo erótico que no había conocido en su vida.
Hablar de la emancipación femenina desde el punto de vista de un cuento infantil clásico le da una perspectiva totalmente diferente al reduccionismo del tópico en la actualidad, el cual se enfoca solamente en una faceta de la mujer y no en su totalidad. El cuento de Blanca Nieves de los Grimm probablemente no esperaba que se encontrara una lectura erótica entre sus líneas y, es que realmente nunca vimos, ya de adultos, con buenos ojos, o mejor dicho, con ojos limpios, que esa joven se quedara a vivir con siete hombrecillos sin que hubiera una relación más allá de la compañía amistosa.
Esto podría tener dos vertientes, la de la dependencia de la mujer a siete hombres, subordinada a limpiar y ayudar o ellos atados a su belleza y encanto. En cualquiera de los dos hay un tipo de abuso y dependencia de algún tipo, que encierra a ambos géneros en roles de los cuales, hombres y mujeres en la actualidad quieren escapar, o mejor dicho, quieren denunciar, más las segundas que los primeros. Y espero que mi lectura no sea tan "machista" para decir que el tan famoso "feminismo" ha sido encerrado por sus propias impulsadoras, en elegir sobre su propio cuerpo: con quién querer tener sexo y sobre la hipersexualización que los hombres dan a las mujeres. ¿Todo esto para que ellas terminen rindiéndose al mismo hombre o varios, pero con su consentimiento?
Anne Fontaine aborda muy por encima el tema de la emancipación sexual femenina pero hace una crítica hacia la doble moral que ambos géneros aplican al momento de relacionarse. Tanto una mujer no quiere que se le encasille como un objeto sexual, pero se siente atraída por un hombre que sólo quiere sexo y los hombres que se quejan, en su machismo, que las mujeres ya no son vírgenes al momento de casarse y las critican severamente, cuando ellos son los primeros en utilizarlas para su propio placer. Esta perspectiva es bastante interesante porque por un lado la película empodera a la mujer, pero también expone el uso de este, cuando es precisamente lo que se está criticando en su género opuesto.
El personaje de Isabelle Huppert a mi punto de vista es realmente la combinación perfecta entre empoderamiento e inteligencia a favor de la mujer misma. Maud es maquiavélica, usa el poder de otra manera en reacción de lo que otra mujer hace y es. Esta visión mucho más aislada y contenida engloba perfectamente la idea de Anne Fontaine ante el feminismo moderno, sus peticiones y necesidades, decidir sobre sí misma, pero decidir bien y no caer en el mismo cliché pero con la consciente autorización personal, eso es aún más reduccionista y banal.
Blanca como la nieve es una puesta muy elegante que aporta una lectura mucho más audaz del cuento clásico, integrando ligeras críticas a las diferencias de género, sus necesidades y peculiaridades, pero tampoco las coloca en extremos que generen o agraven estas diferencias en un diálogo cara a cara, sino sólo mostrándolos tal como sus sexos y deseos los indican.
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