Una bella luz interior, la búsqueda (ansiosa) del amor perfecto


Alguna vez te has preguntado cómo experimentamos el amor en la época actual, experimentar, si se es muy afortunado, esa sensación de conectar “en todos sentidos” con el otro o, de no correr con esa suerte, vivir en esa incesante y en ocasiones desesperada búsqueda del amor “verdadero”. Es sobre esta búsqueda que la directora Claire Denis hace un cuidadoso retrato, dramático pero con múltiples toques de humor que motiva a la reflexión e incluso divierte con el tema.




El retrato principal de Una bella luz interior es el de su protagonista Isabelle, interpretado por la icónica Juliette Binoche, una pintora parisina a quien veremos una y otra vez con el intenso deseo de amar y sentirse amada pero que, al no conseguirlo, transforma esta búsqueda en una obsesión. Todas sus actividades giran en torno de lo que sucede en su vida amorosa lo que impide que se sienta satisfecha y disfrute de cada momento, irónicamente, incluso cuando está con un amante.

La película, llena de primeros planos, principalmente de Juliette Binoche, permite no solo disfrutar de su capacidad gestual y respuesta expresiva sino que también invita al espectador a ver un retrato aún más íntimo y personal; una “lectura” de todo lo que el rostro del que está frente a nosotros nos dice; si está incómodo, inseguro, asustado, triste, alegre, molesto, etc. La exploración del diálogo entre dos personas (sobre todo en terreno de lo amoroso) va entonces más allá de lo verbal, de lo que se dice y significa, para poner atención también en lo no verbal, lo que se ve y también significa pero en lo que a veces ni prestamos atención o, de hacerlo, no entendemos.

Junto a Isabelle conocemos asimismo a sus amantes, que por lo menos lo serán a nivel sexual, y los cuales representan estereotipos cómicamente detallados; el banquero, el actor, el ex esposo, etc. Retratos que al igual que el de la protagonista evidencian el ensimismamiento; todos ellos aislados, atrapados en el yo siento, yo quiero, yo no tengo y yo necesito; buscando cada uno, dentro de su sensación de soledad, satisfacer sus propios deseos y necesidades.

La directora elije llevar un ritmo lento en la historia que sirve al propósito de conocer profundamente a cada personaje, no hay prisa, necesitamos conocerles, entenderles, cosa que comúnmente sucede cuando conocemos a alguien con quien deseamos iniciar una relación. Entonces, dentro de esta calma, podemos observar, poner atención y aprender sobre los diálogos, los literales y los que están entre líneas y tal vez motivar un diálogo interno sobre dónde está el amor o la soledad, el miedo o el vacío, sobre cómo buscamos desesperadamente conectar con otros sin tener a veces esa conexión con nosotros mismos, sin saber a veces quiénes somos ni qué es lo que queremos.

Con un trabajo crítico como introspectivo Una bella luz interior no resuelve estas dudas, tampoco lo pretende, pero con un final audaz y casi tan desconcertante como cómico pone bajo el reflector el tema. En su título original Un beau soleil intérieur o en el de Una bella luz interior radica la respuesta, pero es el recorrido lo que lleva a comprenderla.

Por: Nubia Cejudo

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