La casa de Jack y el narcisismo cínico de Lars
Probablemente ya leímos mucho respecto a la nueva película de Lars von Trier, The House That Jack Built LaCasaDeJack.
Sin embargo nada te puede preparar para la que se dice será la última
obra cinematográfica de un director tan polémico como lo es este danés.
De esta manera el director hace una representación bíblica muy bien elaborada y, no cualquiera, donde plasmó de alguna manera su miedo y certeza de que tiene un lugar reservado en el infierno al igual que Jack. Esta rara forma de presentarnos su espiritualidad es peculiar, porque cualquier otro autor cinematográfico presentaría su forma de creer en Dios probablemente yendo al cielo, pero von Trier nos presenta el infierno, lo cual habla de su incendiaria forma de ver la vida y de lo consciente que está al respecto. Los diversos pasajes y explicaciones filosóficas que Lars introduce por medio de Jack dan vistazos a sus obsesiones, miedos, manías y también de sus humanidades. Por eso digo que esta película es de alguna manera algo muy personal de él para nosotros como espectadores.
Desde su "Dogma 95" que inició con Thomas Vinterberg, el realizador
dotó a su carrera de polémicas dentro de la industria. Siempre ha
llamado la atención por la forma incendiaria
en las que presenta sus trabajos. También sus actrices casi siempre son
acredoras a la Palma de Oro como mejores actrices en el Festival de
Cannes.
Charlotte
Gainsburg, Bjork y Kristen Dunst se encuentran en esta lista tan selecta
pero al mismo tiempo "torturada" por haber estado en su equipo de
trabajo. Todas con personajes polémicos, incendiarios y apocalípticos,
nadie sale ileso al trabajar con el director.
Después de su veto del Festival de Cannes Lars von Trier regresó a la riviera francesa más narcisista, sanguinario y cínico que nunca con LaCasaDeJack.
Jack (Matt Dillon) es un arquitecto con el TOC (trastorno obsesivo
compulsivo). Pero también es un asesino en serie que nombra a cada una
de sus víctimas como "incidentes". Así, con una conversación con un
personaje llamado Verge (Bruno Ganz) te enteras de cada una de las
personas que este hombre ha asesinado, literal en 5 actos y un epílogo.
Con una narrativa dividida en capítulos Lars von Trier nos lleva por
casi dos horas y media por la vida de un asesino en serie muy peculiar.
Por medio de diálogos místicos, filosóficos y dialécticos conocemos a un
hombre que se considera a sí mismo un artista, por eso mismo está
construyendo la casa de sus sueños. Mientras esto sucede va asesinando
gente y compara el proceso artístico con la planeación de un asesinato
hasta su culminación.
Habla sobre la culpa, la excitación, la
familia, las mujeres, los maestros del arte en la historia del mundo, no
los típicos y aquí es donde von Trier se cuelga una medalla como el más
narcisista de todos al autoreferenciarse y colocarse en el estrado de
los más talentosos. Es una película que exalta a su máximo esplendor el
narcisismo, el egoísmo y la misoginia.
Obviamente no es para mentes sensibles, ni para activos del movimiento MeToo, ni tampoco para religiosos o bien, para personas que no aguantan el trabajo del director. ¡No vayas a verla!
Pero si eres de los que te gustó Anticristo, Melancolía y Ninfomanía, te encontrarás con uno de sus trabajos más grandilocuentes
en narrativa, efectos especiales y con temas que levantarán costras
antañas en las opiniones cinéfilas y sociales.
****A PARTIR DE AQUÍ HAY SPOILERS****
Comentaba párrafos arriba que el director Lars von Trier se regodea en un cinismo narcisista y se coloca así mismo como uno de los maestros encumbrados del arte al colocar imágenes de sus propias películas como Anticristo y Melancolía, mientras que una voz en off va diciendo un relato acerca de como el arte es la demostración cumbre de lo que forma a la humanidad y como debe der ser honesto y puro. El diálogo del director con él mismo hace de esta última película la más extrañamente pedante, pero al mismo tiempo, la más lograda desde Dogville. Se nota una honestidad creativa que, aunque en sus trabajos anteriores da gala de otros argumentos más refinados, en La casa de Jack disfrutas de un realizador que no quiere agradar a nadie más que a sí mismo con una película mucho más personal y espiritual.
Igual que su personaje Jack en algún punto de la historia, Lars no tiene miedo de que lo descubran, es más, para él es mucho mejor ser descubierto, así tiene mucho más sentido su obra, su casa de cuerpos descubierta por los policías al entrar al enorme frigorífico, para terminar con uno de los diálogos religiosos más efectivos en el cine al representar fielmente y con una ligera mezcla de la "La divina comedia", un pasaje bíblico donde se encuentran un mendigo y un rico. La imagen del rico podríamos decir que es Jack porque se encuentra en el infierno, en un recorrido guiado por Virgilio o Verge, quien le explica que abajo de ellos está un lugar de tormento y el puente truncado donde están parados lleva a arriba (cielo) pero que nadie, que se encuentre de este lado (el infierno) puede pasar para allá.
De esta manera el director hace una representación bíblica muy bien elaborada y, no cualquiera, donde plasmó de alguna manera su miedo y certeza de que tiene un lugar reservado en el infierno al igual que Jack. Esta rara forma de presentarnos su espiritualidad es peculiar, porque cualquier otro autor cinematográfico presentaría su forma de creer en Dios probablemente yendo al cielo, pero von Trier nos presenta el infierno, lo cual habla de su incendiaria forma de ver la vida y de lo consciente que está al respecto. Los diversos pasajes y explicaciones filosóficas que Lars introduce por medio de Jack dan vistazos a sus obsesiones, miedos, manías y también de sus humanidades. Por eso digo que esta película es de alguna manera algo muy personal de él para nosotros como espectadores.
Cada uno de los capítulos que son uno a uno los asesinatos del personaje, vienen acompañados de monólogos de Verge acerca de como él ve a Jack, mientras lo lleva camino al infierno y al mismo tiempo mantiene una discusión acerca de las obsesiones del ser humano y su complejidad. Esto le da un tono como el que habíamos visto en Ninfomaniac, donde justifica las acciones reprobables del personaje y, en este aspecto la película se me hizo monótona, porque un personaje como un asesino en serie no es primordial que dé una razón que limpie sus actos, no los justifica, sin embargo lo elabora, lo cual ocasiona que la película se sienta como algo que ya vimos. Esto es quizá lo único que tengo en contra de La casa de Jack.
Entiendo perfectamente a las personas que se salieron de la sala de cine en Cannes diciendo pestes sobre el director, sé que la película es subversiva en cuanto a lo que quiere comunicar o cómo lo comunica. Su violencia explícita, sus actos en contra de niños y mujeres son horrendos pero, hay un discurso espiritual y personal detrás que está ahí para quien quiera indagar más o mejor dicho, para quien se sienta más identificado.
Comentarios
Publicar un comentario