Un asunto de familia, los lazos del corazón
El director japonés Hirokazu Kore-Eda logra captar el poder de los lazos fraternos con Shoplifters...
Las culturas orientales guardan un respeto casi sagrado para el círculo familiar. Muchos de sus ritos de muertos son para dar un tributo a quienes se han ido, incluso pasan toda su vida honrando con sus acciones a sus seres queridos y no defraudarlos aún después de la muerte.
Desde su primera película conocida internacionalmente, De tal padre, tal hijo el director nipón se ha enfocado en resaltar los amores filiales, parentales y sanguíneos. Pone sobre la mesa temas como la paternidad de sangre y la adoptiva. Proporciona a sus personajes complejas disyuntivas morales que pueden resultar transgresoras en una cultura que guarda de manera pulcra un respeto por la familia y los lazos fraternos. De esta manera ocasiona en el espectador no solo oriental, sino también occidental, un shock del cual le cuesta recuperarse al ver su película; por esto mismo es entrañable ver su artística forma de cuestionar temas tan complicados con una sensibilidad enorme.
Mambiki Kazoku (Shoplifters/Un asunto de familia) es una historia acerca de una familia que se dedica a robar cosas de las tiendas comerciales. Un método discreto, ya practicado los lleva a tener éxito cada vez que lo hacen, una actividad a la que se ven forzados a hacer por sus escasos recursos económicos y las muchas bocas que mantener. Un día, la pareja se encuentra a una niña llorando sola en el patio de su casa y ellos deciden llevársela para cuidarla. Una abuela, un chico adolescente, una tía con un trabajo extraño y unos padres peculiares provocarán en esta niña sentimientos de amor y agradecimiento.
Un asunto de familia ya obtuvo la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes. Su temática familiar, su delicada cinematografía y excelente dirección son la mezcla por la cuales el cine es el arte donde se convergen de manera orgánica y sublime las demás disciplinas artísticas como: la música, la fotografía y la actuación. Esta pieza del cine japonés obliga al espectador a no solo observar sino también a admirar de manera meticulosa una obra, a cuestionarla, analizarla y después de todo esto, admirar lo que le dejo dentro. Kore-Eda logra tocar las fibras más sensibles de un público exigente hasta el que busca sólo entretenerse. Su ojo de artista a través del lente de su cámara y proyectado en la pantalla logra el milagro de la sensación y admiración pura de seres sentados en butacas que no salen igual de como entraron.
La película es una mezcla entre un drama familiar que se ve desde un prisma de arte que juega con desplazamientos, planos descriptivos, que complementa con una narrativa y un guion poderoso acerca de la familia, el amor, la lealtad y el honor. Logra poner al espectador en una una encrucijada moral y sentimental que lo hará cuestionar sus propios valores familiares, personales y sociales.
Hirokazu Kore-Eda es de esos directores que tocan el alma de manera íntegra y casi espiritual. Un asunto de familia simplemente es de lo mejor que he visto en el año y no me extrañaría verla nominada como mejor película extranjera para hacerle frente a Roma de Alfonso Cuarón que es equiparable en técnica, narrativa y capacidad artística.
Comentarios
Publicar un comentario