Un final feliz, una crítica mordaz y oscura a la sociedad actual

Michael Haneke hace el peor retrato de la sociedad burguesa europea y convierte su más reciente proyecto en el más disoluto de todos.


Desde "Juegos sádicos",  que es probablemente la historia más violenta de Haneke, que desde entonces el director no hacía una crítica tan mordaz a la sociedad con la que probablemente se siente muy identificado. 

El juicio que trata de expresar se vuelve muy inconexo, sin embargo, de la mitad hasta su final la película se vuelve mucho más efectiva al crear, ¡por fin!, una conexión apenas trazada en uno de los personajes. El espectador, al igual que los personajes, se sienten ajenos los unos de los otros y no hay una relación más que la forzosamente filial, de este modo las figuras trazadas para el guión para los actores contaban con más elementos para resaltar, pero no lo logran.



Igual como no hay comunicación en esta familia, la película no se encarga de crear ningún lazo afectivo con el espectador. No sé si esto es precisamente lo que el director pretendía lograr con una historia que hace muchas subtramas para mostrar su condición deplorable de disfunción familiar, pero no concreta una sola. Resulta frustrante esperar algo de tan buen elenco y que resulte en nada interesante más que su final.

Isabel Huppert y Mathieu Kassovitz dentro de sus papeles lucen escuetos y pedantes, como es la mayoría de la burguesía europea, pero tampoco logran ser lo bastante interesantes para querer saber más acerca de ellos. Eve (la niña) resulta ser un espejo del mismo espectador al ser una observadora por medio de su cámara de celular al querer captar inexpresivamente todo lo que pasa a su alrededor y formar parte de un blog del que ella es autora. También ella misma es testigo de su propia desgracia al, con el afán de ser vista y tomada en cuenta en sus redes sociales, causar sus propios dramas y así poner un poco de sabor a la aburrida e incolora vida que lleva en la casa de su familia burguesa.

Quizá lo más interesante de "Un final feliz" es la postura del director acerca del protagonismo, la impersonalidad y lo determinantes que son en la actualidad las redes sociales. Pero también son importantes al dictar mucho de nuestros comportamientos acciones en nosotros.



El director se regodea en una presuntuosidad insoportable con su cámara estática en muchos momentos intrascendentes, parecen ser puros puntos sueltos que no llegan a nada más que aburrir al espectador, lo cual se me hace burdo por parte de un director que ya está consagrado como de culto y dentro de la preferencia del cinéfilo purista y conocedor. Totalmente una herramienta estilística innecesaria.

No es su mejor proyecto, con seguridad puedo decir que aunque tiene un cast inmejorable, la película resulta olvidable e intrascendente a pesar de la ácida visión de su director acerca de todo.

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